Me encontraba en mi habitación, tumbado en la cama con los ojos cerrados, la mayor parte el tiempo me la pasaba allí o en las ruinas de la iglesia.
La habitación era muy simple, solamente estaba la cama y una pechera donde colgaba la capa, de repente un pensamiento pasó por mi cabeza.
Era la voz de mi señor Aizen, me levanté de la cama, cogí a mi katana Suiga y mi capa.
A sus ordenes mi señor
Salí de mi habitación mientras me ponía la capa, tenía una misión que cumplir.